marty supremo
Vedicto: Mucho efecto superior
Hay ecos en el increíblemente entretenido y entretenido Marty Supreme de Steven Spielbergmaravillosa película de 2002 Atrápame si puedes, en la que Leonardo DiCaprio interpretó al incontenible estafador de los años 60, Frank Abagnale Jr.
Eso cuenta como un gran elogio; En la revista Weekend el mes pasado enumeré mis 25 mejores películas del siglo XXI y realmente debería haber dejado espacio para Atrápame si puedes. Si tuviera que hacerlo de nuevo, quizás también tendría que encontrar un lugar para Marty Supreme.
Ambientada en 1952, es mucho más anárquica que la película de Spielberg, pero igual de convincente, y nos lleva en el viaje más salvaje a través de unos meses llenos de acontecimientos en la vida del hablador judío neoyorquino Marty Mauser (el soberbio Timothée Chalamet).
Marty, flaco y con gafas, cuya energía efervescente impulsa la historia como un motor a reacción, usa un fino bigote de Ronald Colman, presumiblemente para parecer mayor de lo que es, aunque un poco de acné lo delata. Al igual que Frank Abagnale de DiCaprio, apenas ha llegado a la edad adulta, pero puede entrar o salir de casi cualquier situación.
Al comienzo de la película, trabaja en la zapatería de su tío y tiene un estilo de venta tan hábil que “puedo venderle zapatos a un amputado”. Pero también es un genio del tenis de mesa y trata de comercializar una pelota naranja del mismo nombre, la ‘Marty Supreme’ del título.
Marty tiene muchísimo carisma, pero es un auténtico bribón, un estafador que intentará cualquier artimaña para conseguir lo que quiere. Y lo que más anhela con su pelota de colores atrevidos es ser coronado como el mejor jugador de ping-pong del mundo.
A lo largo, hay algunas escenas espectaculares de tenis de mesa, que parecen haber sido mejoradas por CGI, pero no lo son, según nos dicen. Según se informa, Chalamet trabajó tan duro con su remo como con su púa en preparación para interpretar al joven Bob Dylan en la maravillosa película biográfica A Complete Unknown.
Sin embargo, la película del director y coguionista Josh Safdie es menos una película de deportes que un estudio de personajes, un estudio no sólo del dudoso carácter de Marty sino también del período, cuando la ciudad de Nueva York de la posguerra estaba llena de oportunidades para cualquiera que estuviera en camino.
Sin embargo, pronto Marty se dirige al Londres más rígido y gris en un intento por ganar un importante torneo de tenis de mesa en Wembley. Engatusa para quedarse en el Ritz, y allí persigue a una estrella de cine descolorida, Kay Stone (Gwyneth Paltrow, excelente), con tal descarada confianza en sí misma que ella cede, a pesar de la considerable diferencia de edad y del hecho de que está casada con un magnate presumido, Milton Rockwell (la estrella de telerrealidad Kevin O’Leary, que seguramente debutará en la pantalla grande). Si alguien en esta historia sabe qué es lo que motiva a Marty, esa es Kay.
De vuelta en Nueva York, Marty tiene una novia, Rachel (Odessa A’zion), pero ella también está casada. Su moral y principios, al igual que esa pelota de tenis de mesa, son para batear de un lado a otro según las circunstancias. Y lo llevan a todo tipo de líos extraordinarios, uno que incluye el perro secuestrado por un mafioso que nos lleva a otra tangente loca a la narrativa principal, que, en términos generales, es que Marty necesita encontrar su camino a Japón para jugar en el Campeonato Mundial de Tenis de Mesa y reclamar su corona.
Resulta que el único hombre que puede ayudarle a llegar allí es Milton, el hombre al que casualmente le ha puesto los cuernos. Hay una escena inolvidable en la que Marty se somete a un humillante castigo corporal como precio que debe pagar por un asiento en el avión privado de Milton a Tokio.
Mientras toca temas oscuros como el antisemitismo e incluso el Holocausto, Safdie se divierte muchísimo con todo esto, tal como lo hicieron él y su hermano Benny con Uncut Gems de 2019, otra historia frenética, basada en las historias de trabajo de su padre en el distrito de los diamantes de Nueva York.
Este está ligeramente inspirado en el campeón de tenis de mesa de la década de 1950, Marty Reisman, pero Safdie y el coguionista Ronald Bronstein aplican tantos giros y desvíos a su historia que difícilmente puedes creer las direcciones en las que se mueve.
la criada
Veredicto: Thriller cursi
Por el contrario, The Housemaid es totalmente predecible. De hecho, si ya te has saciado de Stilton y galletas del Boxing Day, es posible que no estés preparado para un thriller tan cursi y tan galletas saladas.
Al igual que la película de 2024 It Ends With Us, a la que se parece en muchos aspectos, The Housemaid se basa en un libro superventas: la novela del mismo título de Freida McFadden. La repentinamente omnipresente Sydney Sweeney interpreta a Millie, una joven con un pasado secreto que no puede revelar si quiere conseguir un trabajo con una familia adinerada en Long Island, cuidando su fabulosa mansión y cuidando a su pequeña hija sin encanto.
Sus nuevos empleadores son la volátil y muy nerviosa Nina Winchester (Amanda Seyfried) y su esposo Andrew (Brandon Sklenar), un millonario atrevido que maneja los frecuentes cambios de humor de Nina con una calma sobrenatural. Inevitablemente, Millie se enamora de él. Igualmente inevitable es que no todo sea lo que parece en la casa Winchester.
Timothee Chalamet en una escena de ‘Marty Supreme’
El director es Paul Feig, cuya experiencia en comedia (Damas de honor, Espías) sugiere que no deberíamos tomarnos nada de esto demasiado en serio, y menos aún las malvadas esposas de Long Island y la espeluznante madre de Andrew (Elizabeth Perkins), caricaturas de una mujer.
Sobre esa base, vale la pena ver The Housemaid para cualquiera a quien le gusten sus thrillers ricos en grasas saturadas.
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