tLa trágica muerte de la pequeña Megan Khung ha dejado un dolor indescriptible en el corazón de la nación. Su historia no es sólo de fracaso personal, sino también de un sistema laberíntico que no logra protegerlo (

Muerte de Megan Khung: Los trabajadores sociales dicen que sería útil tener un papel más claro de la agencia en los casos de abuso infantil;

24 de octubre).

Los hallazgos de la revisión sobre una falta de comprensión y comunicación clara entre agencias revelan la paradoja de nuestra política de “demasiadas manos amigas”. Lo que pretendía fomentar la autosuficiencia de la comunidad ha creado un sistema en el que los servicios están descentralizados pero rara vez integrados. Hemos creado un laberinto de silos desconectados, dejando que profesionales reflexivos naveguen por las brechas, cada una de las cuales contiene solo una parte del panorama, con conocimientos críticos faltantes.

En este laberinto, los trabajadores sociales y las familias deben soportar la carga insoportable del trabajo del sistema. El deber del trabajador social de denunciar abusos y riesgos. Esta responsabilidad no debe enfrentarse a muros ni a dudas. Cuando el cumplimiento de las obligaciones profesionales exige una diligencia extraordinaria, el sistema ya está roto.

Ahora es el momento de analizar el enfoque de “muchas manos que ayudan”. Lo que alguna vez fue el objetivo del empoderamiento comunitario se ha convertido, con el tiempo, en un marco fragmentado que obliga a nuestros más vulnerables a pasar de mano en mano, como pidiendo un favor en lugar de ejercer su derecho al cuidado y la protección. Las manos que ayudan deben conectarse y no sólo extenderse.

Primero, debemos crear un “carril verde” en zonas de alto riesgo. Este enfoque de “no hay puerta equivocada” significa que cualquier informe a una organización debe desencadenar una respuesta inmediata y unificada de un equipo multidisciplinario permanente. No se trata de navegar silos; Se trata de evitarlos.

En segundo lugar, debemos empoderar a la primera línea. Los trabajadores sociales necesitan directrices más claras; Necesitan autoridades, un número de casos manejable y sistemas digitales interoperables que conecten datos sociales, de salud y de aplicación de la ley.

Finalmente, necesitamos financiar la fundación. El Ministerio de Desarrollo Social y Familiar y sus socios no son redes de seguridad periféricas. Son un pilar central de nuestro pacto social. Su necesidad está vinculada a resultados de integración de financiación sostenibles y de largo plazo.

Hay un proverbio filipino: “El dolor del dedo meñique se siente en todo el cuerpo”. El dolor de Megan es el nuestro. Dejemos que esta tragedia nos inspire a construir un sistema que llegue a quienes más nos necesitan y garantice que no se pierdan más niños en nuestro laberinto.

Heidi Ng

Source link

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here