“Él me ayuda en la granja desde pequeño. Nunca se asustó por los animales. Empezó a jugar con gallinas. Cuando cumplió cuatro años, yo tenía que compartir las ganancias”, se rió de Mandro la abuela de Gustavo, María Sisia Pinhero Mandro. “Cuando sean las cuatro, llamaré para ver si tengo un óvulo.