
                    Cesta de Navidad x Tarjeta de beneficios: Por qué el gesto todavía vale más que el precio Crédito: Divulgación En los últimos años, los beneficios corporativos han cambiado todo el tiempo: todo depende de la moda del momento. Las tarjetas flexibles, las tendencias de internet, los bonos digitales y hasta los bonos en efectivo empiezan a copar las políticas de fin de año. Pero el tiempo también demuestra que, con las cometas, esto no es así. Tiene un lugar reservado en nuestras preferencias y recuerdos, una tradición reforzada por las estadísticas del mercado. En una situación en la que el contacto humano es cada vez más escaso, Basket Capital refuerza un punto esencial: los regalos pueden ser prácticos, pero los gestos tienen alma. “La cesta de Navidad no es sólo un premio. Es un símbolo de reconocimiento. Es el decir de la empresa: ‘Ustedes son parte de nuestra historia'”, explica Adriano Trindade, director general de Capital das Cestas. A diferencia de las tarjetas y transferencias que llegan a la mesa, que se pierden en la rutina, las facturas, los juegos de azar, la canasta navideña entra en el hogar y la memoria del empleado. Crea presencia en la mesa, evoca recuerdos, une a las familias y transforma un beneficio en una celebración. La entrega se convierte en un momento simbólico dentro de la empresa, un momento de gratitud, intercambio y conexión colectiva. “La tarjeta es transaccional. La cesta es relacional”, resume Adriano. Valor emocional que el dinero no puede comprar Investigaciones recientes sobre el reconocimiento corporativo muestran que el compromiso de los empleados aumenta significativamente cuando hay gestos y expresiones emocionales de gratitud y afecto. La razón es simple: crea una experiencia emocional en sí misma, algo que el crédito digital nunca podrá ofrecer. “Cuando un empleado se lleva una cesta a casa, se lleva el cariño de la empresa. Se siente recordado, valorado, visto. Eso es lo que queda cuando termina el año”, añade Adriano. Experiencia como diferenciador en Capital das Cestas, la entrega va más allá del producto. Cada canasta está planificada para crear un impacto visual, sensorial y emocional, desde la selección de los artículos hasta el diseño del empaque, diseñado para evocar emociones. Además, los modelos de entrega puerta a puerta o directo a empresas crean una experiencia que involucra a todo el equipo. “Es un momento de unidad. Y no cabe en una aplicación”, destaca el director general. Reconocimiento con Propósito Más que una herramienta importante en la cultura empresarial, la canasta es una tradición que renueva el compromiso, el cariño y fortalece el compromiso. Rescata los valores humanos, fortalece vínculos y hace que los empleados se sientan parte de algo más grande. “Las empresas más exitosas son aquellas que entienden que el reconocimiento no es un gasto, es una inversión en las personas. Y eso se traduce en resultados reales”, concluye Adriano.
            















