A primera vista, el reciente anuncio de Beijing de que abandonará los beneficios otorgados a los países en desarrollo en futuros acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), manteniendo su identidad como tal, parece contradictorio.
Pero como la OMC no tiene un proceso formal para determinar qué países son “desarrollados” o “en desarrollo” y deja en manos de sus miembros la autodeterminación, el estatus de China como país en desarrollo (que declaró cuando se unió a la OMC en 2001) sigue siendo válido.