En nuestros primeros años, las esperanzas de Singapur eran claras: pasar de las marismas a las metrópolis. Queremos carreteras modernas, transporte público, viviendas cómodas, escuelas y hospitales. Sólo había un camino, y nuestros pioneros prosiguieron el avance con singular determinación.

Hoy, nuestra esperanza es más tenue. Queremos explotar las oportunidades y aprovechar nuestra alta base de desarrollo para seguir avanzando. Al mismo tiempo, sentimos nostalgia por el espíritu kampung. Lamentamos la pérdida de algunas artesanías y algunos oficios, y nos preocupa que los viejos valores y principios puedan verse debilitados. Al trazar el futuro de Singapur, somos un poco como viajeros en el tiempo, navegando por el pasado, el presente y el futuro.

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