La disminución del consumo de frijoles conduce a una menor ingesta de hierro y fibra, dicen nutricionistas estadounidenses. Los consumidores acostumbrados a ver proteínas añadidas a casi todo, desde cereales hasta helados, están a punto de descubrir una nueva obsesión alimentaria: la fibra. Después de años de priorizar los alimentos “proteicos”, los estadounidenses ahora están centrando su atención en este nutriente, y el número de productos con alto contenido de fibra se disparará en 2025, según datos de la consultora de mercado Mintel. Cientos de vídeos en las redes sociales ensalzan los beneficios de la fibra y comparten recetas para “aumentar” su ingesta diaria. La moda incluso se ha ganado su propio nombre: “fibermaxing”, un término utilizado para describir a quienes intentan alcanzar (o superar) las recomendaciones de consumo diario. “Creo que la fibra será la nueva proteína”, dijo el director general de PepsiCo, Ramón LaGuerta, en una conferencia telefónica con inversores. “Los consumidores están empezando a comprender que esto es lo que el cuerpo necesita”. ¿Qué es la fibra y por qué es importante? A diferencia de las proteínas, la fibra no es grasosa. Es un tipo de carbohidrato de origen vegetal que el cuerpo no digiere, pero que alimenta las bacterias intestinales y ayuda a mover los alimentos a través del sistema digestivo. “No es algo de lo que la gente hable en las cenas”, bromea Debbie Petitpen, dietista registrada en la Academia de Nutrición y Dietética. Hay dos tipos principales: fibra soluble, que se disuelve en agua y forma un gel que se une a las bacterias intestinales (presentes en la avena, los frijoles, las manzanas y las zanahorias); Fibra insoluble, que no se disuelve y favorece el tránsito intestinal (se encuentra en el trigo integral, las palomitas de maíz, los frutos secos y las patatas). Las investigaciones muestran que la fibra reduce el colesterol, regula el azúcar en sangre y ayuda a perder peso, ya que aumenta la sensación de saciedad. Puede proteger contra enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, diverticulitis y cáncer de colon, según la Asociación Estadounidense del Corazón. Petitpain dice que un mayor uso de medicamentos para bajar de peso a base de GLP-1, que retardan la digestión, puede aumentar el apetito por la fibra, lo que ayuda a prevenir el estreñimiento. Barras de cereales ricas en fibra se exhiben en un estante de un supermercado Kroger en Ann Arbor, Michigan, el martes 18 de noviembre de 2025. AP/Dee-Ann Durbin ¿Cuánta fibra debemos comer en Estados Unidos? Según el Departamento de Agricultura (USDA), los adultos deben consumir 14 calorías electrónicas de fibra por día, 25 gramos para las mujeres y 38 gramos para los hombres. Pero el promedio real es mucho menor: los estadounidenses consumen sólo dos tercios de la cantidad ideal, según Petitpain. Como referencia: 1 taza de frambuesas contiene 8 gramos de fibra; 1 plátano tiene 3,2 gramos; ½ aguacate, 5 gramos; 1 taza de habas, 13,2 gramos; y ⅔ taza de cereal de salvado (el de fibra), 18 gramos. Cajas de cereales ricos en fibra se encuentran en un estante de un supermercado Kroger en Ann Arbor, Michigan. AP/Dee-Ann Durbin Cómo aumentar su ingesta de forma saludable La nutricionista Sander Kirsten, directora de ciencias nutricionales de la Universidad de Cornell, nos recuerda que los beneficios comprobados de la fibra provienen de alimentos integrales, no de productos ultraprocesados ​​”enriquecidos” artificialmente. “La forma en que se consume la fibra (como complemento a una dieta pobre o a alimentos naturalmente ricos en fibra) puede marcar la diferencia”, dice Kirsten. “Se puede tener una dieta industrializada y enriquecida, pero no sabemos si tiene el mismo efecto beneficioso”. Según la Clínica Mayo, buenas estrategias incluyen: elegir cereales con 5 gramos o más de fibra por porción; Cambie la harina blanca por integral en las recetas; Prefiere cereales integrales (arroz integral, quinua, pasta integral); Y coma al menos cinco porciones de frutas y verduras al día. Se venden cajas de cereales fortificados con fibra en un supermercado Kroger en Ann Arbor, Michigan. AP/Dee-Ann Durbin Los riesgos del “Fibermaxing” Aunque no existe un límite superior oficial, aumentar demasiado el consumo de fibra puede provocar gases, hinchazón y calambres, especialmente si el cambio es repentino. “Estás alimentando a las bacterias intestinales y dependes de ellas. Si les ofreces tres veces más de lo que están acostumbrados, no podrán soportarlo”, explica Petitpain. Las personas con alergias alimentarias o intolerancias al gluten, la soja, el psyllium o los mariscos deben prestar especial atención, ya que muchos alimentos con “fibra añadida” contienen estos ingredientes. Para Kirsten, la tendencia “fibermaxing” es otro ejemplo más de cómo el público se centra en un solo nutriente, lo que rara vez conduce a una dieta equilibrada. “No comemos nutrición, comemos comida”, resume. “Lo ideal es llevar una dieta saludable, rica en frutas, verduras y cereales integrales, no sólo alimentos con una palabra mágica en la etiqueta”.

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