YLos incidentes de estafas que involucran deepfakes han planteado una pregunta incómoda: ¿cuándo se puede autorizar una transacción bancaria simplemente mediante reconocimiento facial? Sin escribir una contraseña o un PIN de un solo uso, ¿estamos confundiendo la verificación de identidad con el consentimiento informado?
Si bien Face ID es técnicamente seguro, su perfecta integración en la banca móvil puede convertirlo inadvertidamente en un botón de “autorización” automático, especialmente cuando las transacciones se inician a través de enlaces externos.
Para las personas mayores con conocimientos digitales limitados, la diferencia entre iniciar sesión y autorizar una transacción a menudo no está clara.
El teléfono abre la aplicación bancaria, se escanea el rostro y el dinero desaparece en cuestión de segundos.
Esto plantea una cuestión más amplia: ¿Deberían los sistemas bancarios depender tanto de una autorización biométrica sin fricciones cuando la fricción en sí misma puede ser una característica de seguridad?
Podría decirse que la banca de escritorio, que requiere una acción deliberada y una autenticación basada en dispositivos, proporciona una intención más clara y una mejor protección para los usuarios vulnerables.
A medida que los bancos avanzan hacia la conveniencia y la velocidad, ¿estamos teniendo en cuenta adecuadamente el comportamiento humano (especialmente entre las personas mayores) o estamos diseñando sistemas que asumen un nivel de conciencia digital que no todos los usuarios poseen?
Quizás la pregunta no sea si Face ID es seguro, sino si se confía en él más allá de lo que los usuarios entienden.
Jimmy Chew


















