Vi fotografías del Louvre en libros de texto y leí sobre la Mona Lisa y los interminables pasillos llenos de arte. Siempre he asumido que todo lo que había dentro estaba completamente seguro: encerrado detrás de un cristal, vigilado, intacto.

pero eso es real un grupo Los ladrones pueden entrar, romper la vitrina y llevarse joyas centenarias en cuestión de minutos (la ilusión).

Ladrones con herramientas eléctricas huyen del Louvre con joyas “invaluables”

19 de octubre).

Esto nos obliga a preguntarnos: ¿Las cosas que consideramos invaluables son realmente seguras en los lugares donde las almacenamos? ¿O nos hemos sentido demasiado cómodos asumiendo que el vidrio y los láseres son protección suficiente?

Quizás el verdadero robo no sean las joyas en sí, sino nuestra conexión con ellas.

En un mundo digital donde pasamos por alto el arte más de lo que lo experimentamos, tal vez ya hayamos dejado escapar un poco nuestra herencia.

Este robo es una llamada de atención. Nos recuerda que los tesoros de nuestros museos son vínculos frágiles con quiénes somos y de dónde venimos. A medida que menos personas visitan los museos y nuestra historia se reduce a píxeles en una pantalla, se vuelve más importante preservar lo que es real y tangible.

Ahora tenemos que preguntarnos: ¿Qué significa “preservar” el arte en una época en la que todo puede ser fotografiado, replicado o creado por inteligencia artificial?

El siguiente paso no es sólo una seguridad más estricta en los museos de todo el mundo, sino también la concientización, el aprecio y la acción por la historia y el arte que nos rodean. El verdadero crimen sería que dejáramos de valorar el arte que nos define.

Abishi Gurnani, 15 años
Secundaria

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