Las redes sociales se han vuelto casi imposibles de evitar en mi vida ahora. Lo uso para conectarme con mis amigos y compartir las cosas buenas que suceden en mi vida. Pero también comencé a notar que estaba afectando mi forma de pensar y ver el mundo.
Recuerdo mi vida en la escuela primaria. En aquel entonces, las redes sociales no eran tan populares y, en muchos sentidos, mi vida era más lenta. Puedo pasar una tarde entera escribiendo cómics sin distraerme. Pero ahora me resulta difícil prestar toda mi atención a una cosa que tengo en el teléfono que tengo al lado.
He experimentado aspectos tanto positivos como negativos de las redes sociales. Disfruto que me gusten las publicaciones de mis amigos y ver diferentes videos. Sin embargo, ver fotos perfectamente editadas y las vidas “exitosas” de otras personas a menudo me hace compararme con ellas, estresándome y desanimándome. Pero cuanto más intento desplazarme y sentirme mejor, más agotado me siento hasta que pasan las horas.
Afortunadamente, me he dado cuenta de que el problema no son las redes sociales en sí, sino la forma en que las uso. Entonces comencé a limitar mi tiempo frente a la pantalla. Dejo de seguir cuentas que me hacen sentir estresado. Y estos pequeños cambios afectan mi vida. Ahora siento que mi mente está clara y mi estado de ánimo ha mejorado. Lo más importante es que me siento más presente en la vida.
Por eso creo que los jóvenes deberían aprender a utilizar las redes sociales. Los padres no deberían eliminar aplicaciones, sino enseñar a sus hijos cómo usarlas sabiamente. Por ejemplo, sólo necesitamos seguir cuentas que nos inspiren. Con un mejor uso, las redes sociales pueden ser una herramienta que apoye nuestro bienestar en lugar de dañarlo.
Sunyu Zhang, 15 años
Grado 9


















