La inteligencia artificial ha dominado el ajedrez, el arte y el diagnóstico médico. Ahora aparentemente les está ganando a los médicos algo que pensábamos que era exclusivamente humano: la empatía.

Una revisión reciente publicada en el British Medical Bulletin analizó 15 estudios que comparaban respuestas escritas por IA con profesionales de la salud humana. Luego, los investigadores ciegos calificaron estas respuestas en función de la empatía utilizando herramientas de evaluación validadas.

Los resultados fueron sorprendentes: las respuestas de la IA fueron calificadas como más empáticas en 13 de 15 estudios (el 87 por ciento de las veces).

Antes de entregar el toque humano de la atención médica a nuestros nuevos señores robots, debemos examinar lo que realmente está sucediendo.

Los estudios comparan respuestas escritas en lugar de interacciones cara a cara, lo que otorga a la IA una ventaja estructurada: sin voz que malinterpretar, sin lenguaje corporal que interpretar y tiempo ilimitado para elaborar la respuesta perfecta.

Fundamentalmente, ninguno de estos estudios midió el daño. Evaluaron si las respuestas de la IA parecían ser empáticas, si conducían a buenos resultados o si causaban daño a través de contextos malentendidos, señales de advertencia omitidas o consejos inadecuados.

Sin embargo, teniendo en cuenta estas limitaciones, la señal fue fuerte. Y la tecnología mejora cada día: “Carebot” es cada vez más animado y sofisticado.

Más allá de las preocupaciones metodológicas, hay una explicación simple: muchos médicos admiten que su empatía disminuye con el tiempo, y las valoraciones de los pacientes sobre la empatía de los profesionales de la salud varían ampliamente.

Una investigación sobre tragedias sanitarias mortales en el Reino Unido (una revisión de seguridad de múltiples pacientes realizada por Mid Staffordshire NHS Foundation Trust) señaló claramente que la falta de empatía por parte de los profesionales de la salud contribuye a daños evitables.

Pero aquí está el verdadero problema: hemos creado un sistema que hace que la empatía sea casi imposible.

Los médicos dedican aproximadamente un tercio de su tiempo a los registros médicos en papel y electrónicos. Los médicos deben seguir protocolos y procedimientos predefinidos.

Si bien la documentación y los protocolos tienen algunos beneficios, podría decirse que tienen la consecuencia no deseada de obligar a los médicos a jugar al juego de los robots.

Por tanto, no debería sorprendernos que ganen los bots.

Una crisis de agotamiento lo empeora. A nivel mundial, al menos un tercio de los médicos generales reportan agotamiento (más del 60 por ciento en algunas especialidades).

Los médicos quemados luchan por mantener la empatía. Esto no es una falla moral; Ésta es una realidad fisiológica. El estrés crónico agota las reservas emocionales necesarias para una verdadera empatía.

No sorprende que la IA sea más empática; Es que los profesionales de la salud humana gestionan cualquier empatía.

Ningún robot de atención, por sofisticado que sea, puede replicar un cierto nivel de atención humana.

Un robot no puede tomar la mano de un niño asustado durante un procedimiento doloroso y hacerlo sentir seguro mediante su presencia física. Puede leer angustia tácita en el lenguaje corporal de un adolescente cuando está demasiado avergonzado para expresar sus verdaderas preocupaciones. No puede recurrir a experiencias culturales para comprender por qué un paciente puede mostrarse reacio a aceptar determinados tratamientos.

La IA no puede sentarse en silencio con un paciente moribundo cuando le fallan las palabras. No puede compartir un momento de humor negro que rompa la tensión. No puede ejercer el juicio ético necesario cuando las directrices clínicas entran en conflicto con los valores del paciente.

Estas no son adiciones menores a la atención médica; A menudo hacen que la atención sea eficaz, que las curas sean posibles y que la medicina sea humana.

Aquí está la triste ironía: la IA amenaza con hacerse cargo de los aspectos de la atención que los humanos hacen mejor, mientras que los humanos están atrapados haciendo tareas que las computadoras deberían realizar.

Nos dirigimos a un mundo donde la IA proporciona “empatía”, mientras que los humanos cansados ​​se encargan de las tareas técnicas, todo lo contrario. Esto requiere tres cambios fundamentales.

Primero, debemos capacitar a los médicos para que sean consistentemente excelentes en la comunicación empática. No puede ser un módulo corto en la escuela de medicina. Este debe ser el foco de la educación sanitaria.

Dado que la IA ya coincide con los humanos en muchas habilidades técnicas, debería liberar a los médicos para que puedan centrarse en conexiones humanas reales.

En segundo lugar, rediseñar el sistema de atención sanitaria para proteger las condiciones necesarias para la empatía.

Reducir drásticamente las cargas administrativas mediante tecnología avanzada (irónicamente, la IA puede ayudar en este caso), garantizar un tiempo de tutoría adecuado y abordar el agotamiento mediante cambios sistémicos en lugar de capacitación en resiliencia.

En tercer lugar, medir rigurosamente tanto los beneficios como los daños de la IA en las interacciones sanitarias. Necesitamos investigaciones sobre los resultados reales de los pacientes, los diagnósticos omitidos, el asesoramiento inadecuado y los efectos a largo plazo de la relación terapéutica, no sólo si las respuestas simpatizan con los evaluadores.

La crisis de empatía en la atención sanitaria no es causada por una tecnología inadecuada.

Es causada por sistemas que impiden que las personas sean personas. Que la IA parezca más empática que los médicos es un síntoma, no una enfermedad.

Podemos utilizar la IA para gestionar tareas administrativas y liberar tiempo y espacio mental de los médicos, e incluso brindar consejos para ayudar a los profesionales de la salud a aumentar su empatía. O podemos usarlo para reemplazar la conexión humana que sigue siendo la mayor fortaleza de la atención médica.

La tecnología seguirá avanzando independientemente. La pregunta es si lo utilizamos para apoyar la empatía humana o como alternativa: ¿arreglamos el sistema que arruinó a nuestros trabajadores de la salud o simplemente lo reemplazamos con máquinas que, para empezar, nunca estuvieron averiadas?

La elección es nuestra, pero la ventana se está cerrando rápidamente.

  • Jeremy Howick es profesor y director del Centro Stonegate para la excelencia en atención sanitaria empática de la Universidad de Leicester. Este artículo fue publicado por primera vez.

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