Con los caballitos de mar, amenazados de extinción, desapareciendo de sus antiguos refugios, el estuario del río Cardoso, cuando se trata de embarazos en Piawi, la naturaleza tiene excepciones sorprendentes, y ninguna tan fascinante como los caballitos de mar. En esta especie, los machos son quienes quedan preñados, dan a luz y realizan el trabajo de parto. Ahora, una investigación internacional ha revelado cómo sucede esto dentro de sus cuerpos. Los caballitos de mar machos quedan preñados AdobeStock El estudio, publicado el martes (11) en la revista Nature Ecology and Evolution, muestra que los caballitos de mar machos han desarrollado un sistema biológico que funciona de manera muy similar al útero humano, pero está controlado enteramente por hormonas masculinas. “Los andrógenos, y no las hormonas femeninas, son los responsables del mantenimiento del desarrollo fetal”, explica Axel Meyer, biólogo evolutivo de la Universidad de Konstanz (Alemania), que dirigió el estudio en colaboración con científicos chinos. La reproducción de un caballito de mar preñado bajo el agua comienza con un baile. Durante el apareamiento, la hembra deposita sus huevos en un saco incubadora ubicado en el abdomen del macho. Ahí es donde ocurre la concepción y la magia. Este saco, que ha evolucionado a lo largo de millones de años, funciona como un útero: regula el oxígeno, suministra nutrientes e incluso elimina los desechos del feto. A medida que avanza el embarazo, el tejido del varón se transforma, formando una estructura similar a la placenta humana. “El tejido abdominal se espesa y forma vasos sanguíneos que permiten el intercambio de nutrientes y gases, como ocurre en los mamíferos”, explica Mayer. Cuando llega el momento de dar a luz, el macho sacude y comprime su bolsa, expulsando docenas (a veces cientos) de pequeños caballitos de mar vivos. Es raro ver en el mundo animal que el “padre” dé a luz. En los mamíferos con un útero impulsado por hormonas masculinas, las hormonas femeninas como el estrógeno y la progesterona regulan el embarazo. En los caballitos de mar, el proceso fue inverso. Los investigadores analizaron el material genético de las células de la bolsa de cría y descubrieron que los andrógenos, como la testosterona, son los protagonistas. Estas hormonas estimulan la proliferación celular, el riego sanguíneo y el engrosamiento de los tejidos, formando una estructura prácticamente idéntica a una placenta, pero enteramente masculina. “Se trata de un camino evolutivo completamente diferente, que ha llegado a una solución similar: un órgano que nutre y protege al feto”, afirma el investigador. Estrategias inmunológicas que previenen el rechazo. Esta tolerancia está regulada por genes como el Foxp3. Los científicos han descubierto que los caballitos de mar machos no tienen este gen. Todavía no hay rechazo. La hipótesis más probable es que las hormonas masculinas inhiben el sistema inmunológico, un mecanismo biológico de “autoengaño” que permite al cuerpo masculino tener hijos sin atacarlos. “Los andrógenos tienen un efecto inmunosupresor y éste puede ser el secreto del embarazo masculino: el cuerpo del padre aprende a tolerar al feto”, afirma Meyer. Una revolución en la evolución El fenómeno del embarazo masculino es exclusivo de la familia Syngnathidae, que incluye caballitos de mar, peces pipa y dragones marinos. Pero dentro de este grupo existen diversos grados de “parentesco biológico”. Los primeros ancestros sólo llevaban huevos adheridos a la piel. Con el tiempo, estos huevos quedan parcialmente rodeados por tejido corporal, hasta que aparece el saco de incubación: un verdadero útero acuático. Esta transición desde el nacimiento a través del óvulo (oviparidad) hasta el nacimiento de crías vivas (viviparidad) se considera el salto evolutivo más sorprendente en biología. “El embarazo surgió de forma independiente en diferentes ramas del árbol de la vida (en las hembras de los mamíferos y en los machos de los caballitos de mar), pero utilizando distintas vías genéticas y hormonales”, resume Meyer. Lecciones más allá del mar Comprender cómo los caballitos de mar han desarrollado este proceso puede ayudar a la ciencia a comprender mejor los procesos de gestación en otras especies, incluidos los humanos. Los científicos creen que la investigación abre nuevas posibilidades de investigación en inmunología reproductiva y biología evolutiva. Además, el fenómeno es un recordatorio de la versatilidad de la naturaleza y de cómo la evolución encuentra soluciones creativas a los mismos desafíos: alimentar y proteger a la próxima generación.


















