Desde que Donald Trump asumió la presidencia por primera vez en 2017, he escrito muchos artículos, e incluso un libro, que se han centrado en los esfuerzos de sus aliados para contener sus motivaciones y evitar que emprenda una campaña de represalias contra sus enemigos.
A lo largo de mis reportajes, yo –como muchos periodistas en medio de una historia intensa y compleja– me pregunté: ¿Estaba capturando los acontecimientos con precisión? Sabía que quienes rodeaban a Trump a menudo justificaban su servicio en su administración diciendo que actuarían como un baluarte contra sus emociones extremas, pero ¿cómo podía estar seguro de que estos controles a su poder en realidad lo estaban frenando?