Como todos los grandes actores, Sir Ian McKellen ha sido objeto de algunas críticas mordaces sobre el teatro a lo largo de los años, pero como ejercicio de cazador furtivo convertido en guardabosques y por muchas otras razones más, The Critic es una alegría.
McKellen interpreta a Jimmy Erskine, un crítico teatral tremendamente influyente de The Daily Chronicle.
La época es la década de 1930, cuando la gente usa traje de gala para ir al teatro del West End, aunque hay otro código sartorial en el East End, donde las camisas negras de Sir Oswald Mosley están al acecho.
Erskine es un objetivo potencial para ellos, un hombre gay promiscuo que no es reacio a los encuentros sexuales fugaces en el parque con “matones” y que además camina por las calles del brazo de su secretario mestizo, Tom (Alfred Enoch).
Las “inclinaciones” de Erskine son una vergüenza para su jefe, el vizconde Brooke (Mark Strong), que acaba de suceder a su difunto padre como propietario del Chronicle y está ansioso por reducir el dominio del mercado del todopoderoso Daily Mail.
Como todos los grandes actores, Sir Ian McKellen (en la foto) ha sido objeto de algunas críticas mordaces sobre el teatro a lo largo de los años, pero como ejercicio de cazador furtivo convertido en guardabosques y por muchas otras razones, The Critic es una alegría.
Por el contrario, todos los integrantes del elenco de Speak No Evil, una elegante nueva versión del thriller danés de 2022 del mismo título, merecen los mismos elogios junto con el guionista y director James Watkins (en la foto, la estrella principal, James McAvoy).
Este es el contexto. En primer plano, se ha estrenado una nueva producción de la obra jacobina El diablo blanco, protagonizada por Nina Land (Gemma Arterton), cuya belleza sensual no conmueve ni lo más mínimo a Erskine.
Él la considera una farsante y, como corresponde, le dedica una crítica deplorable. Una noche, ella se enfrenta a él en la calle y se inicia una especie de relación, en la que él confiesa que también fue actor durante un tiempo (“mi apogeo fue Laertes, en Dundee”) y cada uno descubre formas en las que sus carreras podrían beneficiarse.
Erskine rara vez ha tenido que preocuparse por su carrera, pero no ha sabido llevar su vida sexual con discreción, y Brooke, una chica absolutamente decente pero que ya está ansiosa por deshacerse de la vieja guardia, le ha dado el visto bueno.
A partir de ahí, el drama se intensifica hasta abarcar el esnobismo, la infidelidad, el amor no correspondido, el chantaje, el suicidio y el asesinato, convirtiéndose en el tipo de historia exagerada que uno fácilmente podría imaginar a un Erskine de corbata negra yendo a ver en el escenario.
Excepto que sabemos perfectamente quién lo hizo y cómo, es Agatha Christie con esteroides.
De hecho, The Critic fue una adaptación (libre) realizada por Patrick Marber de la excelente novela Curtain Call de Anthony Quinn de 2015.
Marber es muy bueno en el despecho (también escribió la brillante película de 2006 Notas de un escándalo) y algunos diálogos son gratamente maliciosos. Pero lo más gratificante de todo es la actuación principal de McKellen.
Cada resoplido, cada bufido, cada tic y cada mueca alimentan su representación perfecta de este anciano sin escrúpulos, desesperado por aferrarse a su estatus social y profesional sin importar quién sufra los daños colaterales.
McKellen interpreta a Jimmy Erskine, un crítico de teatro tremendamente influyente de The Daily Chronicle, un hombre homosexual promiscuo que no es reacio a los encuentros sexuales fugaces en el parque con “malos amigos”, que también camina por las calles del brazo con su secretario mestizo, Tom (Alfred Enoch, en la foto).
En primer plano, se ha estrenado una nueva producción de la obra jacobina El diablo blanco, protagonizada por Nina Land (Gemma Arterton, en la foto), cuya belleza sensual no conmueve ni lo más mínimo a Erskine.
Anand Tucker dirige con gran habilidad, los detalles de época son meticulosos y el fabuloso reparto incluye también a Lesley Manville como la madre entrometida de Nina y a Romola Garai como la hija imperiosa de Brooke. Pero la película pertenece a McKellen.
Por el contrario, todos los integrantes del elenco de Speak No Evil, una elegante nueva versión del thriller danés de 2022 del mismo título, merecen los mismos elogios junto con el guionista y director James Watkins.
Comenzamos en la Toscana, donde en un hotel de lujo una familia estadounidense formal –Ben (Scoot McNairy), Louise (Mackenzie Davis) y su hija de 11 años, Agnes (Alix West Lefler)– se hacen amigos de Paddy (James McAvoy), un inglés extrovertido y adinerado, su esposa Ciara (Aisling Franciosi) y su hijo Ant (Dan Hough).
Ant tiene “problemas” de comunicación, aparentemente debido a que nació con una lengua corta, aunque esta es una de esas películas en las que nada es lo que parece y lo sabemos desde el principio, pero aún así nos lleva en un viaje cada vez más emocionante.
Los estadounidenses viven en Londres, y cuando regresan a Inglaterra visitan a sus nuevos amigos en su casa del West Country, donde cada vez sus anfitriones parecen un poco excéntricos, por no decir directamente raros, por no decir completamente trastornados.
Hay un ligero toque de comedia en todo momento, como si se escapara gas de algún lugar aunque no estás muy seguro de dónde, así como algunas líneas inequívocamente irónicas –”¡nuestra normalidad no es su normalidad!”– sobre las diferencias percibidas entre estadounidenses y británicos.
También hay una moraleja amable en lo que, al final, es una historia bastante desquiciada: al igual que el licor verde que sabía tan bien con el bronceado, las amistades de vacaciones no siempre viajan bien.
A partir de ahí, el drama se intensifica hasta abarcar el esnobismo, la infidelidad, el amor no correspondido, el chantaje, el suicidio y el asesinato, convirtiéndose en el tipo de historia un tanto exagerada que uno fácilmente podría imaginar a un Erskine de corbata negra yendo a ver en el escenario.