Rudiger marcó el pasado martes un gol crucial en la Liga de Campeones ante el Stuttgart, equipo con el que debutó en la Bundesliga antes de marcharse a la Roma. No queriendo celebrar su gol en señal de respeto hacia su antigua afición, el alemán corrió como loco (era Rudiger) para celebrarlo con los espectadores del Bernabéu. No nos engañemos pensando que Rüdiger no es un fanático del control. Siempre vivo con el miedo de que algún día Pepe lo haga. Que le susurre a un delantero rival en un rincón: “¿Alguna vez has bailado con el diablo a la pálida luz de la luna?” Luego procede a hacerle una especie de muerte. Pero por ahora, solo desahoga su energía con compañeros de equipo (y utileros) que sufren de su excesiva euforia como dolor de cuello.

Pero con la excepción de Rudiger, el jugador subestimado de los Mellizos el año pasado, siento una simpatía inevitable por los jugadores que celebran goles contra exjugadores. En esta era exagerada y bien vestida, aumenta la pretenciosidad y por momentos parece jugar demasiado para las cámaras del próximo documental de Netflix. Los goles alegres contra antiguos compañeros todavía se celebran en el propio club.

Valdano pudo ver el informe Plus+ más recomendado de la liga estos días. ZamoranoNuevo comentarista de Movistar+, Rechazado por George Valdano. “Si tuviera cinco delanteros, Zamorano sería el quinto”, afirmó incluso el técnico argentino. Sin embargo, Bam Bam se ganó el puesto en la pretemporada hasta que empezaron a surgir dudas sobre Valdano (cuando había entrenadores que creían que cambiar de opinión no era signo de debilidad). En la primera jornada liguera, en el segundo 12, Zamorano perdió el balón ante el Sevilla y empezó a celebrar el gol con fervor, sin miedo a que le pitaran en su antiguo campo, Sánchez Bijuán. Y nadie podía moverle del once. Eso, para mí, demuestra carácter y personalidad.

Por eso nunca he entendido que a veces se hacen preguntas capciosas a los jugadores antes de enfrentarse a exjugadores: “Si marcas, ¿lo celebrarás?” Sin ser demasiado supersticioso, creo que la forma más rápida y sencilla de responder a esa pregunta es no marcar nunca. Es como jugar la Liga de Campeones antes de la final. Quizás sea mejor no decirlo o no hacerlo. Como decía Santiago Segura en El día de la Bestia: “No soy supersticioso porque trae mala suerte”.

Me he encontrado con algunos jugadores, algunos muy queridos, vistiendo la camiseta rival y festejándome los goles en la cara. Siempre prefiero eso a aquellos que se disculpan con cara de pena después de una paliza y obtienen aplausos fácilmente.

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