Las restricciones impuestas por la covid han tenido un severo impacto en el aprendizaje escolar a escala internacional. Educadores de todos los países se han percatado de la importancia de los métodos y plataformas interactivos y de inmersión. Los analistas destacan que la alfabetización científica ha sido importante siempre, pero, ahora, lo es aun más.

Por ejemplo, el estudio del mundo físico, biológico y químico puede beneficiarse de herramientas que, hasta hace poco, ni siquiera habían sido consideradas por los responsables de los colegios. Cuando no hay suficientes horas de laboratorio para los alumnos matriculados en un curso, o ni siquiera se puede acceder a estas instalaciones, hay que agudizar el ingenio.

Un estudio publicado por el Foro de Asia y el Pacífico revela que, además de su combinación con la tecnología —realidad virtual, inteligencia artificial, machine learning, big data, etc.—, la enseñanza de las ciencias puede aprovechar las ventajas que proporciona su intersección con las artes visuales. Sin renunciar al rigor y la exactitud, los jóvenes se sienten más libres y creativos en este terreno, explican los expertos.

En otro informe, titulado El futuro de los trabajos y redactado por los técnicos del Foro Económico Mundial, se señala que dos tercios de los chavales que están en primaria tendrán empleos que, hoy por hoy, no existen en el mercado laboral. El volumen de nuevas figuras y perfiles surgidos durante la cuarta y la quinta revoluciones industriales justifica este pronóstico.

Por esta razón, es imprescindible ir más allá de las actividades académicas antiguas y convencionales. Para las voces más autorizadas, las experiencias multisensoriales que superan la pizarra y la tiza y la integración de la ciencia y el arte sobre bases digitales deberían ser el modus operandi del futuro, que, en su opinión, no es necesariamente más caro que los sistemas del presente.

¿Están preparados los maestros y profesores para convertirse en los agentes que deberían desencadenar este cambio? Los especialistas en la materia concluyen que, en general, no. Les faltan recursos y formación, tanto por parte de las instituciones públicas como de las privadas. Los juegos, la música o la interpretación teatral siguen estando lejos de las clases de matemáticas, física, química, biología o geología. Y los niños se lo pierden…