A mediados del siglo XX, parte del alma de Madrid había muerto. No fue un asesinato. Y eso tampoco sucedió de la noche a la mañana. Es la culminación de un largo proceso destructivo: La obsolescencia del fenómeno del tradicionalismo hundió en el pasado la identidad del Viejo Madrid.Creador de la literatura del siglo XIX y asociado a ‘císpero’, ‘sulabo’ y otros muchos perfiles que se codean. Un Madrid que hoy no existe.
No se puede emprender un regreso a ese pasado, pero sí es posible respirar ese aire en determinados puntos de la ciudad. Entre ellos, Restaurante Los Gabriels, entre 17 y 19 Calle EtchegareSu cerámica es considerada por algunos expertos. La histórica “Capilla Sixtina” de la capital. La decoración de la fachada exterior se perdió, pero con el paso de los años la gente del complejo se convirtió en una especie de museo, en el que se conservan casi 300 metros cuadrados de esta superficie.
El uso de estos azulejos, mayoritariamente de 15 por 15 centímetros, así como sus dibujos, etc. Un reflejo de costumbres y de un género de comedia extinto. Muchas piezas han sido restauradas, reviviendo las antiguas firmas de los maestros ceramistas. Enrique Quijo Vaya Alfonso Romero MesaTras llegar desde Andalucía, Calle Mayor decidió abrir un taller y un horno cerámico en Carabañal. Eran los primeros años del siglo XX.
‘Tradición alrededor’ y renace
Abrió sus puertas por primera vez un año antes de la pérdida de Cuba; Rápidamente se volvió adicto a los años 90 y al ambiente renacentista en el que estaba inmersa la sociedad capitalina. La personalidad del bar se basa en figuras icónicas del flamenco como el torero. juan belmonteCantante Antonio Sacón o el pintor Ignacio Zuloaga. No es ajeno a la clase política: miguel primo de rivera Y Alfonso XIII Eran clientes habituales. Todo ello giraba en torno a un ambiente nocturno que dio lugar a leyendas muy fieles a la realidad de una noche madrileña.
gabriels, Debe su nombre al apodo que recibían los garbanzos que representaban un plato madrileño de la época.Cerró en 2003 después de estar abierto durante más de un siglo. El edificio se vendió para rehabilitación y languideció con el paso de los años. Un proceso de restauración arduo y casi interminable Esto, ahora, ha llegado a su fin.
Después de cuatro años de limbo judicial, El ayuntamiento finalmente concedió la licencia para abrir el bar el pasado mes de octubre. Las puertas del antiguo restaurante volverán a crujir. En su interior espera el último aliento de esa parte del alma madrileña que, en agonía, siempre cerró los ojos a mediados del siglo XX.
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