Un accidente de tráfico cambió la vida del esgrimista, que volvió a los escenarios tras décadas en España. En medio de las sombras, la luz del atleta Desi Vila le ayudó a seguir adelante.

Hay personas que tienen una sola fecha de nacimiento. Judith Rodríguez (Vigo, 1995) tiene dos. El 10 de junio de 2018, después de un partido de esgrima, regresó a su coche, cerró los ojos y se quedó dormida. Estaba dando vueltas cuando los abrió. Su padre Manuel, que conducía, y otro amigo que iba en el asiento trasero resultaron ilesos en el accidente. Su vida fue salvada por dos policías fuera de servicio que vieron el accidente y le aplicaron un torniquete para detener la hemorragia.. Sobrevivió, pero tuvieron que amputarle la pierna derecha. Su otra vida comenzó ese día. “He aprendido que no podemos perder el tiempo pensando en las cosas que no podemos hacer, sino en las cosas que sí podemos hacer”.como una repetición leitmotiv.

Judith antes del accidente gira hacia una estructura de cerca donde parece una joya que necesita ser pulida. Primero fútbol, ​​baloncesto, hockey… Hasta que su madre María le abrió las puertas de la imaginación. La niña se veía a sí misma como una pirata con espada, y con 8 años ya estaba en el club de esgrima de Vigo ‘El Olivo’. Había males en ello. Fue convocado por la selección nacional juvenil y pasó a la selección absoluta, participando en varios Mundiales. Además, consiguió el subcampeonato de España y el campeonato de florete por equipos. Su futuro parecía prometedor.

Ese 10 de junio de 2018 su El mundo tal como lo conocía se derrumbó. Ahora tenía que volver a convertirlo en piedra. Sin embargo, había una palabra tabú: valla de silla. “Después del accidente no quería saber nada de esgrima porque no podía practicarla como antes, pero en cuanto me senté en la silla quise volver a mi sueño”. Está de acuerdo con AS. Durante este proceso de aceptación de la discapacidad, cirugías en el brazo y la pierna, mantuvo la mente de que las vallas habían terminado.. La llegada de la deportista Desi Vila fue la luz que necesitaba. El humor y la risa fueron la mejor terapia. “No podía creerlo cuando entró al hospital. La encontré más o menos de mi edad, una atleta paralímpica que llevaba una vida perfectamente normal y era feliz. Pensé, ¿por qué yo no? “Me da muchos consejos y me apoya desde el minuto 1”, explica feliz de compartir estos partidos con el deportista gallego.

“No pierdas el tiempo pensando en lo que no podemos hacer, piensa en lo que sí podemos hacer”

Su leitmotiv

Judith lo intentó en una silla y el resto es historia paralímpica española Porque, doce años después, la esgrima española volvió a los Juegos y el doble (24) no subió al podio. No sólo eso. Cuando la selección española, en la que estaba Gemma Hasson Bey, consiguió la medalla de bronce en Atlanta 96, consiguió una medalla de bronce con un florete que ninguna deportista nacional había logrado en 28 años. Precisamente, Gemma le apoyará en su combate de espadas de este viernes. Dos años le bastaron al gallego para darle la vuelta a todo. Ocupa el cuarto lugar del mundo en espada y el quinto en florete.

Además, este 2024 ha conseguido dos bronces europeos. “Mi sueño de infancia era participar en los Juegos y todavía no lo puedo creer. La noche anterior a mi estreno estaba nerviosa y me costó conciliar el sueño, pero me desperté llena de energía. Luego me centré en hacer tocados, tocados, tocados…”, revela. Todo el asesoramiento familiar. – Entre el público en el Grand Palais estaban su hermana embarazada Cynthia y su cuñado Thomas. Y los amigos se unen en una palabra: divertirse. “Me dijeron que tuviera paciencia y que no me preocupara porque me estaban entrando ganas de jugar”, bromea. En las gradas encontrarás camisetas de apoyo con el mensaje ‘Team Judith Rodriguez’ impreso. Ellos son Cynthia y Thomas. Gritos emocionales de apoyo. “Siempre estamos llorando. Estar aquí ya es un logro asombroso. Verlo desde casa no es fácil, con toda la familia mirando. Me vienen a la cabeza muchos recuerdos…”, dice emocionado. Su hermana.

La vida florece después del accidente y cuando toma la espada, muchos momentos de su infancia y conversaciones con su madre regresan a él. “Ella fue quien me animó a dedicarme a la esgrima y es triste que ella no pudiera verlo. Estaría orgulloso… Pero no porque me guste el deporte, sino porque me propuse una meta y la logré. “Nos dijo mucho para luchar por lo que queremos”, dice con la voz entrecortada el Pirata, que está a punto de emprender sus primeros Juegos.. Ahora María es su estrella guía desde el cielo, iluminando el camino para otra nueva medalla.

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